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lunes, 1 de septiembre de 2025

UN ÚLTIMO ÉXITO de Dramatt

Un joven escritor de 17 años nos regaló esta narrativa para compartir con todas y todos los lectores. ¡Qué lo disfruten!

"Soy un escritor de 43 años, sumamente experimentado, renombrado en infinidad de torneos, eventos y certámenes con premios invaluables y lujosos; a cualquiera que estuviera metido en el hermoso mundo de la literatura sabría reconocerme sin mucho esfuerzo.


Como olvidar mi primer premio, mi primera gran inspiración. En una competencia barrial de Buenos Aires, fui con un sobrecito con un relato de ficción. Hablaba de una antigua película en blanco y negro de, si mal no recuerdo, la gran guerra. Los jurados decidieron que el mejor relato de los presentados era el mío, mi sorpresa y alegría fueron indescriptibles, a pesar que solo participaron seis personas, pero eso no importaba en ese momento, tan solo ese premio fue suficiente excusa para dedicar mi vida entera a la literatura.

Por cada competencia que era partícipe, las personas y jurados me elogiaban por mis relatos fantásticos sobre terror y ficción. Parecía tener un talento natural por la literatura.

El terror me encantaba, era mi género favorito. ¿Cómo olvidar mi relato del '79? Un pequeño pero impresionante cuento sobre Dennis Lynn Rader, un asesino en serie estadounidense que hizo que gane una gran medalla de oro macizo en un torneo mundial. Esas mismas competencias que me llenaban de alegría al ganarlas, que era mi combustible para escribir, poco a poco, más temprano que tarde, hicieron que ganarlas sea solamente una victoria más, un trofeo más del montón. No importaban los aplausos, trofeos, medallas o las incontables personas que hacían horas de fila para que firmara sus libros, ya era algo tan normal como vacío. Pero me gustaba escribir y sobre todo ganar. La imaginación que tenía era increíble, podía realizar todos los meses un relato atractivo y sin ser copia de otro más. Poder con un relato ver los ojos de los lectores como un torbellino de emociones, de asco, intriga, alegría, etcétera, me fascinaba. Ese impacto era lo que intentaba lograr.

Pero pasaron los años y esa imaginación se apagaba; los años pesaban, y la vara que ponían sobre mí era cada vez mayor.

En cada entrega de libros, tenía millones de buenas reseñas y eso me dolía, saber que millones de personas quieren un libro nuevo, ideas nuevas, sensaciones nuevas. Hizo que terminara rompiéndome por dentro. Yo sabía que no podía seguir con mi falta de imaginación y con cada vez más presión sobre mí, ver montones de papeles en forma de bollos posando en mi escritorio, testigos de mi fuerte frustración conmigo mismo; intentos de relatos que parecían imposibles de continuar, horas perdidas en un papel que a futuro sería un fracaso literario, imposible de ganar la más mínima buena reseña; se podría decir que soy esclavo de mi antigua pasión y trabajo. 

Viví por la literatura, me gastó cual papel viejo. Drenando lentamente mi imaginación y talento, al punto de dejarme vacío. Di todo por la literatura, y ella…"


Y éste último relato reposaba en el bolsillo de un escritor frustrado, papel que estaba tan descuidado como él mismo. Decidió tirarse de un decimo piso, junto a sus sueños casi nulos. Él mismo fue verdugo de su cabeza.

Todos dirían que fue muerto por mano propia; pero cuando das todo por algo que solo te vacía ¿Qué más te queda?. Solamente preguntarse ¿Cuánto más podré aguantar?

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