Se respiraban otros aires en
Buenos Aires, suena redundante pero, aunque Usted no lo crea, es cierto.
Estábamos a punto de entrar en el
primer mundo, eso nos hicieron creer, lo más triste es que nosotros lo creíamos.
Estábamos tan seguros que, comprábamos, nos endeudamos, ahorrábamos en el banco (el que podía lo hacía en
dólares), muchos creían que ahorrar en el banco era lo más seguro porque confiábamos en que estábamos bien, íbamos de vacaciones, también al extranjero, se compraban dólares a, un dólar un peso, se invertía en la
bolsa de valores, (mucha gente conoció la bolsa de valores), los negocios crecían, algunos tenían más de un negocio, ¿por qué no hacerlo? si todo iba bien, muy bien.
Se compraban cosas superfluas porque nos lo merecíamos, cambiábamos a los chicos a colegios privados, reíamos de satisfacción pensando que por fin lo habíamos logrado; que estábamos progresando.
Muchas familias que antes vivían con sus padres podían alquilar un departamento, por fin se independizaron, sacaban nuevas hipotecas ¿por qué no? si la economía iba viento en popa, el que no gastaba era incrédulo, amargado, no sabía disfrutar de la vida.
Se incrementaron las obras sociales, clínicas de última generación, seguros de vida, coseguros, no se usaba más el hospital público, ¿por qué usarlos? Si era más cómodo ir a una clínica privada, muchos jóvenes de esta generación nacieron en clínicas privadas.
Aparecieron cantidad de universidades privadas, pregonando las carreras del futuro, con nombres inimaginables, los jóvenes, ilusionados y se arriesgaban, confiaban en el futuro. Y ni que hablar de la publicidad de la tele, la imaginación de los publicistas volaba con los artículos importados que llegaban al país, se compraba al contado o en cuotas fijas sin interés.
Festejamos los 15 de la nena, tiramos la casa por la ventana, total el mes que viene todo va ir mejor, o vamos de vacaciones, saquemos un préstamo si es tan fácil pagarlo, cambiemos el auto por uno de este año.
Cualquier motivo es bueno para festejar con un asado, ¡y que asado!, invitemos a todos nuestros amigos que compartan nuestra alegría, y aunque usted no lo crea había menos envidia que ahora, porque todos podían hacerlo. Claro que había ricos y pobres, pero todos en su lugar disfrutaban de su condición social a su manera, los ricos en sus mansiones y los pobres en sus casas humildes. Con respecto a las clases sociales; los ricos se hacían más ricos, la clase media subía a clase media alta, el pobre logró subir a clase media Y, ¡oh maravilla! el índice de indigencia fue el más bajo de la historia.
Nadie se ocupaba de hacer paros ni manifestaciones (alguien dijo: empresa que para, empresa que cierra) algunos hicieron la prueba y así les fue. Así que era más productivo arremangarse y trabajar porque sabían que trabajaban y a fin de mes cobraban y tenían un buen pasar , obra social, útiles para los chicos, y les alcanzaba para ahorrar y darse un gusto.
Empezaba a llegar la tecnología al país, celulares, comúnmente llamados ladrillos, Internet, el cual llegaba por línea de teléfono fijo --no había que usar el teléfono en ese momento-, si lo hacías te mataban, la tele por cable, los jueguitos para los chicos, el inolvidable
family game, las barbies para las nenas importadas lindas y accesibles; en los negocios los muñecos con gas electrógeno alegraban la entrada del negocio; el que no lo tenia era un amarrete. Comprabas todo lo que llegaban a vender a tu casa, artículos que se vendían de puerta en puerta... si no lo necesitabas no importaba, si la vecina lo compraba era porque servía.
Ni que hablar de la indumentaria, se empezó a perder el sentido de arreglar la ropa, si era más barato tirarlo y comprar otro, lo mismo con el calzado, muchos zapateros buscaron otro trabajo porque el que tenían no rendía, llegó la moda del
TODO POR DOS PESOS cosas importadas coloridas y baratas (espejitos de colores). Ir de compras era una algarabía.
Esos sí que fueron buenos tiempos, muchos dirán ¿y si eran tan buenos que pasó?, no soy quién para dar una respuesta que conforme a todos...Pero con el dolor del alma nos dimos cuenta que esa época fue solo un espejismo, una duna en el desierto. Lo que vino luego fue una tragedia griega, una flecha en el talón de Aquiles, fue como cortarle el pelo a Sansón, una bomba atómica que explotó en nuestra cara, perdón pero creo que me falta el léxico para describir el nefasto impacto que causó en todo el país.
Aprendimos un sinfín de palabras nuevas como: cierre de banco,
corralito, inflación, devaluación, bonos, bonex, crisis, deuda externa, deuda interna, patacones, lecop, hambre, cierre de negocios, suicidio, terapia, migración, comedores populares, trueque, indigencia, salitas sanitarias de barrio... sin contar con las conocidas, miseria, deudas, caos, cortes por no pago, empezando por: tarjetas de crédito, cable, Internet, teléfonos de línea, celulares, luz, gas, agua, cuotas de colegio privado, desalojo por alquiler, divorcios, y todos los malos etcéteras que existieran.
Así fue como de repente se nos apagó la luz, ¡¡¡CLICK!!! SOLO FUE UN HERMOSO SUEÑO.