domingo, 27 de octubre de 2024

Concursos “María Cecilia Font” de poesía y “María Elena Aramburú” de cuento

Últimos días para participar en estos concursos organizados por la Sociedad Argentina de Escritores Seccional La Plata, con el patrocinio de SERVICOP Arte Gráfico Editorial y el auspicio de las Seccionales Berisso y Ensenada. 
Podrán concursar escritores mayores de 18 años residentes en los partidos de La Plata, Berisso y Ensenada, afiliados o no a la SADE. También podrán participar los socios de SADE La Plata, Berisso y Ensenada radicados temporal o permanentemente en cualquier otro territorio. 
Quedan excluidos de esta convocatoria los miembros titulares y suplentes del Comité Ejecutivo y las personas que hayan obtenido premios en el Concurso “Joaquín V. González” 2024. 
La participación en el concurso es gratuita. Los trabajos deberán ser originales e inéditos, con una extensión mínima de tres caras y máxima de cinco, escritos por una cara, en hojas de tamaño A4, a doble espacio, en letra Arial o similar tamaño 12, con márgenes de 2,5 centímetros. Dentro de la extensión permitida, cada participante podrá incluir uno o más poemas o cuentos. 
Se enviarán por correo electrónico en dos archivos PDF: 

a) El primero contendrá la obra y nombrará el título y el género; 
b) El segundo contendrá datos personales: nombre y apellidos, documento de identidad, dirección postal, correo electrónico, teléfono y breve referencia biobibliográfica (obras publicadas, premios, traducciones, etc.) e incluirá el título de la obra por nombre y la palabra "datos". 

Todos los trabajos se presentarán bajo seudónimo.
Los trabajos se enviarán por correo electrónico a concursadelp@gmail.com. 
Se aceptarán trabajos hasta el 31 de octubre de 2024. 

JURADO
El jurado de poesía estará integrado por María Teresita Minellono, Guillermo Eduardo Pilía y Olga Edith Romero; El cuento de Rodolfo Urbina, Gabriela Romero y Guillermo Mario Raviña. 
Se otorgarán tres premios consistentes en: Primer premio: diploma, trofeo y publicación; Segundo y tercer premio: medalla, diploma y publicación. 
También se entregará un premio incentivo a la creación juvenil al autor menor de 30 años en el momento de su presentación al concurso, consistente en medalla, diploma y publicación. 

PREMIOS
Las obras premiadas se publicarán en un libro conjunto del que se entregarán 5 ejemplares gratuitos a cada autor. 
El jurado podrá otorgar, si así lo considera, menciones honoríficas consistentes en diplomas.

martes, 22 de octubre de 2024

TEJER Y DESTEJER, de Marta Alicia Tomenello


Javier estaba confundido. Esa tarde fue a visitar a su abuela. Es joven y es un buen chico. La abuela se estaba poniendo mayor. 
- ¿Cómo hacés, abuela, para tener ganas de vivir, con tantos contratiempos que pasaste y un mundo tan jodido?
La abuela lo miró, con el cariño de siempre. 
-Tejo, querido, tejo. Cuando no tengo tejido me siento perdida. ¿Viste que la gente ya no teje ni cose a mano? Por eso anda tan desesperada.
- ¡Pero abuela, el tejido no puede sacarte de los problemas!
-Las preocupaciones siempre van a existir, siempre estarán ahí. No las podés vencer así nomás. Pero cuando tejo puedo afrontar todo. Vivo el presente, cuento los puntos, veo que quede prolijo, que quede bonito. Miro el presente, sin tiempo para ansiedades. Si pensara en lo que me fue mal, o en lo que puede pasar mañana, seguro que se me escapa algún punto, o la torzada me sale suelta, y el resultado será desastroso. Es como una obra de arte, hay que ponerle todo el esmero para que sea perfecta.
-Ayyy, abu… Mejor tomamos unos mates que tengo que irme.
-Siempre tan apurado vos. Dale, sentate. Dos o tres mates con unas pepas.
 Javier debía ponerse a estudiar, pero no tenía muchas ganas, así que se fue a lo de un amigo. Escucharon música, bien estridente. Fumaron unos cigarrillos y luego se pasaron un faso. Miraron el techo despreocupados, trataban de no pensar. No veían claro el futuro. 
Es que Javier tenía otra mentalidad, estaba viviendo ese tiempo postmoderno, de la frivolidad y el hedonismo. Pensaba que, lo único que podía hacer, era tratar de disfrutar la vida en el día a día. No sabía si valía la pena esforzarse. Solo salir, beber, fumar. Buscaba el sentido a todo lo que hacía, sin encontrarlo.

Mariela, la abuela, después que se fue su nieto, se puso a pensar y recordar: “Mamá no tejía, no sé si no le gustaba o no aprendió. Mi abuelita sí, tejía para toda la familia. Desde pequeña quise imitarla. Debía tener cinco años, cuando me sentaba en el umbral de la casa, con una aguja y un ovillo grande. Era inmenso el ovillo en ese momento, hecho con restos destejidos, retazos de otras vidas, pero para mí era el comienzo de todo. Sólo sabía poner puntos en la aguja y la llenaba de punta a punta, luego los quitaba y vuelta a empezar. La gente que pasaba, me miraba y sonreían. “Mirá a la nena, cómo quiere tejer”. 
Después comencé a armar un tejido. Los puntos derechos se toman para abajo, los revés para arriba. Al principio todos son derechos, luego aprendés el revés. Hubo que tejer una vida, armar un sueño. Me quedaban muchas hilachas ancestrales, muchas muestras de tejidos anteriores, muchos desgarros antiguos que cubrir. 
Hice mi propio tejido, con mis fuerzas, mi inteligencia y mi habilidad. Reconozco que he tejido, para mí y mi familia. Aunque hice muchas cosas más en la vida. Siempre, tejiendo mi vida como pude. Como una araña teje su tela en un rincón, a veces en una zona oscura. Cuántas veces como a la araña, me han roto el tejido, han destrozado mis sueños. Cuando fue así, solo me quedó volver a empezar. Cuántas veces me equivoqué y tuve que deshacer lo hecho para rehacerlo. ¿Cuántas?
Estuve sola, esperando mis hijos, sin mi familia, desarraigada. Pero el entusiasmo por hacer los pequeños ajuares, no me permitió desesperar. Tenía un motivo para seguir adelante”.

Javier hizo una previa en lo de Juani, con mucho alcohol. Se fueron al boliche, tarde ya. Los amigos esperaban. No había estudiado en el fin de semana ni lo haría. 
Hubo mucho amontonamiento, la música no dejaba pensar, las luces eran tan intensas y coloridas que parecían querer enloquecerlos. No se divertían si no bebían, parecían querer perder la conciencia. Se reían y no sabían de qué. Uno de sus amigos se acercó a una chica, un poco bailaron, otro poco se besaron y después se fueron al lugar más oscuro. Había un tipo en un rincón al que se acercó uno de sus conocidos. “Ese vende”, le dijo. Y él fue. No supo qué tomó, ni qué le dieron, pero se sentía feliz, flotaba como en un jacuzzi tibio; aunque, tampoco, supo por qué recibió un puñetazo, parece que moviéndose empujó a alguien. Se armó una pelea.  Cuando Javier cayó, recibió una patada en la espalda. Entre varios hombres grandotes lo tiraron a la calle, junto con otros, algunos de sus amigos. La gran pelea siguió afuera. Los patovicas miraban desde la puerta del boliche. Algunos chicos estaban muy agresivos. Javier no sabía ni qué hora era, ni dónde estaba y, mucho menos, por qué le pegaban, estando en el suelo.

Despertó en un hospital. Le dolía todo el cuerpo, mucho más la cabeza. Estaba casi todo vendado, con un ojo no veía y en el oído opuesto tenía un chillido. Se sentía muy mal. Tenía una vía puesta en el brazo izquierdo, sin duda, con suero que entraba a su cuerpo. Sentía sed. Quería pensar y reconstruir cómo había llegado allí. Él sólo había querido divertirse, pasarlo bien. “Así no me sirve”, pensó.

Estaba dolorido y abrumado. Su madre sentada en una silla a su izquierda, con el rosario en la mano.
- ¿Sabés quiénes fueron? - le preguntó, en un hilo de voz.
-No. Apenas los vi. Me duele la cabeza y la garganta. Déjame descansar, mamá.
- ¿Entendés que estuviste cuatro días en coma?
Llegó la abuela. Los ojos rojos de llorar. 
– Andate Susy, yo me quedo. Tirate un ratito. 
Javier dormía. Ella lo miraba, lo adoraba, era su primer nieto. No podía creer que ese niño, al que había cuidado tanto, para llevarlo al jardín de infantes, a la escuela, al que le había tejido tantos pechitos, chalecos, bufandas y gorros, para que no pasase frío, y no enfermara; casi pierde la vida cuando intentaba divertirse. ¿O tal vez, evadirse?
Estaba grave, tenía un golpe en la cabeza, que había que descomprimir. La respiración estaba dificultada por la fractura y hundimiento de algunas costillas, era posible que lo llevaran a terapia intensiva con respirador. Debían operarlo con urgencia, porque tenía estallado el bazo.
Le apretó la mano, que estaba pálida, pero tibia. Luego sacó un tejido, le iba a hacer un suéter para cuando se recuperase, hacía mucho tiempo que no le tejía. No quería pensar que estaba grave. Ella sabía que, entrando en el ritmo repetitivo de los puntos, podía encontrar un estado de paz, casi de meditación. Y la maraña de los hilos emotivos en su interior se suavizarían, Entendía que debía enfrentarse a ese dolor, lo debía aceptar. Y pasar, como tantos otros.
Porque tejiendo se crearía el verdadero traje para Javier, se conectaría con ese hilo sutil que une a toda la humanidad, como la araña que forma su tela mientras cuenta al mundo todos sus secretos. Cruzando las hebras de lana, se cruzan los pensamientos y emociones y se conecta con lo divino, que hay dentro de cada uno, y que sostiene en la mano el principio de la hebra. Era como rezar.

Pasaron muchos días para que Joaquín se mejorara. Casi un mes estuvo internado. Su madre y su hermana estuvieron a su lado preocupadas, pero debieron continuar con sus tareas, como pudieron. El padre, además, estaba muy enojado. Mariela estaba terminando el suéter. Susana pudo acomodar sus cosas, con su hija, con su casa, con su trabajo, porque, por suerte, Javier estaba saliendo. Mientras tanto, su propia madre tejía, ella fue la que estuvo todo el tiempo.
Cuando el muchacho regresó a su casa, estaba débil, debía continuar con rehabilitaciones, pero ya podía pensar. 
El padre le dijo: 
-Espero que, con esto, escarmientes y pienses bien dónde te metés. Demasiada farra, demasiado alcohol. Ahora fue una golpiza, pudo ser un accidente. Tuviste traumatismo de cráneo, cuatro costillas hundidas, te estalló el bazo. Corriste peligro. Por favor, no arruines tu vida.
Mariela escuchaba. Cuando quedó sola con el nieto, le recordó lo que le había dicho del tejido, le mostró el suéter azul que le había hecho mientras lo cuidaba. Le explicó que muchas veces había tenido que deshacer lo hecho, destejer y subsanar el error. Siempre se puede empezar de nuevo.
Javier se puso a llorar, no lo había pasado bien, había preocupado a su familia, había perdido una cursada. Sentía miedo, bronca, tristeza. 
-A no llorar sobre la leche derramada. Esto tiene arreglo. Nosotros también tomábamos, pero no tanto. Hoy, los jóvenes están muy expuestos a los intereses comerciales, les venden de todo. Hay mucha violencia, muchas sustancias al alcance de la mano. Se aprovechan de ustedes para que consuman bebidas, drogas. Sólo vos podés cuidarte. 
-Y ahora, nene, a recuperarte que tengo que empezar a tejerle a Julito, tu primito, que está por nacer. No me dejan descansar, y eso es lo que debo hacer: Continuar. Cada cual debe seguir su camino. La vida debe seguir. Y acá la primera que debe irse soy yo.
-Parece fácil, según vos. Pero yo no sé tejer.
- ¿Qué cosa decís? ¿Difícil seguir viviendo? ¿Divertirte, pero no tanto?
-Me das risa, Abue.
Cuando Mariela salía, se encontró con su yerno, que ingresaba a su casa.
- ¿Cómo estás Martín? Te quiero pedir que estés un poco más con tu hijo. Él te necesita. No tanto reproches sino presencia. Javier, aún, está confundido.

Al irse Mariela pensó: “El chico tiene razón, no está nada fácil la sociedad, donde un YouTuber es más valorado que un ingeniero, donde impera la competencia y no la paz, y el dinero y la apariencia son los valores más apreciados. Yo ya no tengo esas preocupaciones, ya hice todo. Por lo pronto mi ovillo ya es muy pequeño, y espero que contenga de los mejores colores” 

lunes, 21 de octubre de 2024

POETAS ENSENADENSES PUBLICARON "SIEMBRA DE VERSOS - Vol. I"

L
a Sociedad Argentina de Escritores (filial Ensenada) y Editorial Luxor presentaron en el Centro Cultural La Vieja Estación la antología poética de autores ensenadenses “Siembra de versos: volumen I". 
La antología contiene obras de las poetisas Nury Busquets y Magdalena Maldonado (Socias Honorarias de SADE Ensenada). 
También participaron Alicia Edith Pereyra, Sandra Henson Billordo, Marcela Pérez Deciriza, Oriana Abril González y Melany Denisse Bobbio. 
Otros de los autores participante del compendio fue Raúl Arnaldo Corzo.

La reunión literaria se inició con las palabras del escritor Marcelo Rivero, por la Comisión SADE Ensenada.
Durante el evento los protagonistas ofrecieron lecturas y comentarios sobre sus trabajos al público presente.
El cierre musical en vivo estuvo a cargo del violinista Salvador Gómez.
Pérez Deciriza le dio un colorido marco al evento con dos de sus pinturas representativas del título de la obra que promete ser sólo un inicio de otras selecciones de poemas.

lunes, 14 de octubre de 2024

RÍO, de Marcela Pérez Deciriza


Agua marrón violenta. 
Agua marrón enérgica. 
Río bravío que, con el viento, 
acomoda su espuma beige para saltar alto y desplegarse 
hasta convertirse en su propio arco iris.

Agua marrón gigante, 
más grande que cualquier otro río. 
Juegas a estrellarte 
contra los fuertes murallones de acero.

El viento fuerte despliega, una y otra vez, 
sin cesar, olas llenas de espuma 
y arena despeinada para bailar.

Agua marrón llamada río, 
revoloteas alta para bailar 
en la pista marcada en mi zona.

Agua gigante llamada río. 
Estremeces mi corazón 
al compás del viento 
fuerte y frío.

ilustración: Marcela Pérez Deciriza

viernes, 11 de octubre de 2024

SE PRESENTÓ ANTOLOGÍA MULTIAUTORAL "LO QUE EL CUENTO SE LLEVÓ"

 
Sandra Henson Billordo, Yanina Sabbione, Melany Bobbio, Tobías Rey, Marcelo Rivero, Fernando Grasso, Gastón Daniele, Gonzalo Taylor, Luis Casco y Walter Epíscopo
Este martes 8 octubre, se realizó en el Centro Cultural La Vieja Estación la presentación del libro “Lo que el cuento se llevó”, Volumen I.

El libro es una antología de narrativas escrita por las y los escritores Sandra Henson Billordo, Yanina Sabbione, Melany Bobbio, Tobías Rey, Marcelo Rivero, Fernando Grasso, Gastón Daniele, Gonzalo Taylor, Luis Casco y Walter Epíscopo; diez autores de nuestra ciudad, quienes estuvieron presentes ofreciendo lecturas y brindando comentarios sobre sus trabajos.
Director de Cultura Esteban Bravo
La mayoría de los autores intervinientes pertenecen a la SADE Ensenada, asociación de escritores recientemente constituida.

Durante el evento, que contó con gran concurrencia, tomaron la palabra Jonhatan Vásquez Cardoso, presidente de la SADE Ensenada y titular de Editorial Luxor, el Licenciado Esteban Bravo, Director de Cultura del municipio de Ensenada y Raúl Corzo, en nombre de la Asociación de escritores local.

En la ocasión se hizo entrega de sendos ejemplares a la Biblioteca San Martín, a la Biblioteca Municipal y a la Dirección de Cultura de Ensenada.

El evento cerró con la actuación musical de la formación ensenadense La Dominga.

Fotografías de Lucrecia Sicardi,


viernes, 4 de octubre de 2024

EL SAUCE DE LOS ENCUENTROS, de Sandra Henson Billordo

    Ilustración Marcela Pérez Deciriza, artista plástica de SADE Ensenada
    El sol se alzó en el horizonte tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados que anunciaban un nuevo día de posibilidades. El viejo sauce, tan majestuoso como siempre, estaba en el parque siendo testigo de innumerables historias de amor. Dos almas destinadas a encontrarse caminaban sin saberlo y sus senderos se entrelazaron en una pequeña cafetería llamada El sauce de los encuentros, un lugar mágico dentro del parque, donde los corazones solitarios encontraban refugio en cada taza de café.  
    Entre risas e historias que se mezclaban en el ambiente, los ojos de aquel joven se posaron en la bella artista, viendo cómo sus manos danzaban sobre el lienzo con una destreza admirable, como si el arte fluyera a través de sus venas. Ella levantó la mirada y sus miradas se encontraron. Él se acercó hasta su mesa. Su corazón latía muy fuerte y sintió cómo esa fuerza invisible guiaba hacia un destino compartido con ella. Sin mediar palabras y con gesto nervioso, extendió la mano y le sonrío. La artista lo invitó a su mesa. Se dijeron sus nombres y, con voz melodiosa, entonaron una inspirada charla, explorando nuevas culturas, nutriéndose del arte, algo que a los dos los apasionaba. El café los unió en un momento único, donde la chispa de un amor irrefrenable se encendió.
    Al salir de aquel lugar, el aroma a café y el susurro del sauce los acompañó en cada paso. Bajo el majestuoso árbol, se miraron con una complicidad que trascendía las palabras y se rozaron la piel como una caricia apasionada que irradiaba un aura de misterio. Se dieron un beso eterno, fortaleciendo un vínculo, un lazo indestructible, sin percibir el presente, donde el destino caprichoso a menudo nos somete a pruebas inesperadas.
    Fue una serie de eventos desafortunados lo que terminó desatando la tragedia en poco tiempo. Una enfermedad incurable acechaba a la bella artista, apagándola día a día. Una tarde, los románticos volvieron al El sauce de los encuentros, donde la bella mujer, en los brazos de su amado y bajo el viejo sauce, dejó su aire por última vez. Fue su mayor deseo morir allí, donde su corazón se regocijó de amor. La muerte es el fin de todo para algunos pero para ellos se convirtió en algo que los envolvía en un abrazo cálido, profundo y significativo, desafiando las barreras del tiempo. Ese mismo tiempo se detuvo en ese instante. El amor de esas almas gemelas, entre susurros de hojas y el canto de los pájaros, se adentró en la eternidad, donde el verdadero amor nunca muere.
    El viejo sauce, tan majestuoso como siempre, siendo testigo de aquel final, se conmovió y lloró. Sus lágrimas de amor embellecieron el resto de los árboles, de las plantas y flores, haciéndoles florecer fuera de temporada. Su duramen, que sostiene su estructura, siendo increíblemente fuerte, cambió de color marrón oscuro a un verde tornasolado, causando la sensación de juventud eterna, como la de aquellos amantes. Ese sauce, tan apreciado y admirado, que puede sentir dolor y emociones, sigue acompañando y abrazando. Todavía se encuentra en el corazón del parque, transmitiendo vida, juventud e inmortalidad. Él continúa siendo testigo de lo imperceptible a nuestros ojos.

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