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viernes, 22 de noviembre de 2024

LO QUIERO OLVIDAR, de Eloisa Peig

Eloisa es una joven poetisa ensenadense de 14 años, ¡Bienvenida al mundo de la literatura, Elo!
Recuerdo tu mano sobre la mía, 
y tu mirada, tiernamente fría. 
Recuerdo cómo me enseñabas tu alma herida, 
y que anhelabas sanar.

Recuerdo la primera impresión que tuve, 
al verte tocar el piano con ese arte que mueve. 
Tu risa contagiosa, tus ojitos achinados, 
cada "te quiero" que dejó mi corazón desbordado.

Pero lo quiero olvidar, aunque me pese, 
no logro borrar lo que en mí se establece. 
Aún con mil pedazos en los que me has dejado, 
tu recuerdo persiste, como un eco atormentado.

Quisiera soltarlo y hallar la calma, 
dejar atrás el dolor que abruma mi alma. 
Pero en cada rincón de mi mente estás tú, 
un susurro constante, un amor que no se fue aún.

Así que aquí estoy, tratando de avanzar, 
mientras tu sombra sigue sin parar. 
Aunque duela aceptarlo y quiera olvidar,
 siempre serás parte de mi caminar.

lunes, 14 de octubre de 2024

RÍO, de Marcela Pérez Deciriza


Agua marrón violenta. 
Agua marrón enérgica. 
Río bravío que, con el viento, 
acomoda su espuma beige para saltar alto y desplegarse 
hasta convertirse en su propio arco iris.

Agua marrón gigante, 
más grande que cualquier otro río. 
Juegas a estrellarte 
contra los fuertes murallones de acero.

El viento fuerte despliega, una y otra vez, 
sin cesar, olas llenas de espuma 
y arena despeinada para bailar.

Agua marrón llamada río, 
revoloteas alta para bailar 
en la pista marcada en mi zona.

Agua gigante llamada río. 
Estremeces mi corazón 
al compás del viento 
fuerte y frío.

ilustración: Marcela Pérez Deciriza

viernes, 4 de octubre de 2024

EL SAUCE DE LOS ENCUENTROS, de Sandra Henson Billordo

    Ilustración Marcela Pérez Deciriza, artista plástica de SADE Ensenada
    El sol se alzó en el horizonte tiñendo el cielo de tonos dorados y rosados que anunciaban un nuevo día de posibilidades. El viejo sauce, tan majestuoso como siempre, estaba en el parque siendo testigo de innumerables historias de amor. Dos almas destinadas a encontrarse caminaban sin saberlo y sus senderos se entrelazaron en una pequeña cafetería llamada El sauce de los encuentros, un lugar mágico dentro del parque, donde los corazones solitarios encontraban refugio en cada taza de café.  
    Entre risas e historias que se mezclaban en el ambiente, los ojos de aquel joven se posaron en la bella artista, viendo cómo sus manos danzaban sobre el lienzo con una destreza admirable, como si el arte fluyera a través de sus venas. Ella levantó la mirada y sus miradas se encontraron. Él se acercó hasta su mesa. Su corazón latía muy fuerte y sintió cómo esa fuerza invisible guiaba hacia un destino compartido con ella. Sin mediar palabras y con gesto nervioso, extendió la mano y le sonrío. La artista lo invitó a su mesa. Se dijeron sus nombres y, con voz melodiosa, entonaron una inspirada charla, explorando nuevas culturas, nutriéndose del arte, algo que a los dos los apasionaba. El café los unió en un momento único, donde la chispa de un amor irrefrenable se encendió.
    Al salir de aquel lugar, el aroma a café y el susurro del sauce los acompañó en cada paso. Bajo el majestuoso árbol, se miraron con una complicidad que trascendía las palabras y se rozaron la piel como una caricia apasionada que irradiaba un aura de misterio. Se dieron un beso eterno, fortaleciendo un vínculo, un lazo indestructible, sin percibir el presente, donde el destino caprichoso a menudo nos somete a pruebas inesperadas.
    Fue una serie de eventos desafortunados lo que terminó desatando la tragedia en poco tiempo. Una enfermedad incurable acechaba a la bella artista, apagándola día a día. Una tarde, los románticos volvieron al El sauce de los encuentros, donde la bella mujer, en los brazos de su amado y bajo el viejo sauce, dejó su aire por última vez. Fue su mayor deseo morir allí, donde su corazón se regocijó de amor. La muerte es el fin de todo para algunos pero para ellos se convirtió en algo que los envolvía en un abrazo cálido, profundo y significativo, desafiando las barreras del tiempo. Ese mismo tiempo se detuvo en ese instante. El amor de esas almas gemelas, entre susurros de hojas y el canto de los pájaros, se adentró en la eternidad, donde el verdadero amor nunca muere.
    El viejo sauce, tan majestuoso como siempre, siendo testigo de aquel final, se conmovió y lloró. Sus lágrimas de amor embellecieron el resto de los árboles, de las plantas y flores, haciéndoles florecer fuera de temporada. Su duramen, que sostiene su estructura, siendo increíblemente fuerte, cambió de color marrón oscuro a un verde tornasolado, causando la sensación de juventud eterna, como la de aquellos amantes. Ese sauce, tan apreciado y admirado, que puede sentir dolor y emociones, sigue acompañando y abrazando. Todavía se encuentra en el corazón del parque, transmitiendo vida, juventud e inmortalidad. Él continúa siendo testigo de lo imperceptible a nuestros ojos.

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